jueves, 14 de julio de 2016


CONSIDERACIONES SOBRE "BUSCANDO A DORY"

Pixar ha conseguido con los años, y por méritos propios, convertirse en la mejor productora de animación estadounidense con una diferencia abismal sobre el resto. Para mí es un hecho, aunque seguro que más de uno rechazará tan contundente afirmación, pero la cantidad de obras maestras creadas no tienen parangón con otras casas.

 Tal vez la única a la altura sería el japonés Studio Ghibli de Hayao Miyazaki con otra cantidad ingente de filmes excepcionales y una manera de narrar propia, aunque es difícil rebatir ante portentos como "Toy Story", "Monstruos S.A.", "Up" o "Cars", películas que han pasado a la historia del imaginario infantil... y de los que hace años que dejamos de ser niños. De hecho la topoderosa Disney observando que no podía competir en calidad contra el Pixar, decidió comprar o asociarse con la productora, lo cual a muchos nos dio pánico por ver si el exceso de sentimentalismo de la compañía de Mickey Mouse podía acabar con los prodigios de guion de los de "Los invencibles". Por suerte el año pasado quedó claro que ni de broma con el estreno de "Del revés", lo mejor del 2015 junto a "Sicario".

El caso es que para 2016, han apostado sobre seguro con una secuela de "Buscando a Nemo", rodada en el lejano 2003 y que entre su elenco de peces destacaba un "pez cirujano" con problemas de memoria a corto plazo, una idea fantástica que decidieron que merecía un largometraje propio y Marlín y Nemo pasan a ser dos secundarios de lujo. Lo que sucede es que en la productora de John Lasseter, que hace años que dejó de dirigir sus cintas, es que esta parte del reparto es magistral y todo se cimenta en ellos. Los nuevos personajes son excelentes y bien definidos, el pulpo Hank, la ballena amiga y el beluga son los que destacan pero otros dan el golpe maestro, los leones marinos, una divertidísima almeja y un ave tan loca como cuerda. Seres sensacionales, definidos a la perfección y que sirven para que el acertado guion de Victoria Strouse y Andrew Stanton funcione, aunque con un toque de almíbar que lastra el resultado final, convirtiendo lo que podría ser otra nueva genialidad del estudio en una notable cinta. lo que sí me ha dejado estupefacto, y no es la primera vez, es como trata la disfunción cognitiva, un seria minusvalía, sin un ápice de compasión ni crueldad y que toda la comedia se sustente en ese planteamiento es de un talento espectacular. Al alcance de muy pocos.
Y la técnica es irreprochable, con unos dibujos de un preciosismo y realidad sorprendente, ya que en más de un momento cuesta creer que estamos ante una historia de animación, con tal perfección en el trazo y los decorados, en especial el fondo oceánico y el Instituto de Vida Marina de Montego Bay. Otro acierto de Stanton, en este caso como director, que en la animación es el continuador de Lasster con dos Oscars por mejor película de animación por "Buscando a Nemo" y "Wall- E" y cuatro nominaciones más por guion, las antes reseñadas más "Toy Story" y "Toy Story 3" y que ha vuelto a la dirección tras el monumental fracaso de "John Carter", su única incursión en cine con actores de carne y hueso. Ni tiene que dudarse que la realización es otro prodigio, con esos guiños tan del gusto de Pixar al cine convencional, desde "Thelma y Louise" a "Alien. El octavo pasajero" pasando por autoparodias de "Buscando a Nemo" o "Toy Story". Y para colofón, banda sonora maravillosa de Thomas Newman.
Una refrescante propuesta para estos calores estivales. No será tan perfecta como "Buscando a Nemo" pero llega a bastante más de lo que puede conseguir cualquier animación de otra compañía. Y eso es más de lo que puede conseguir cualquier productora.

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