jueves, 12 de mayo de 2016


CONSIDERACIONES SOBRE "EL OLIVO"

Aprovechando la nueva edición de la Fiesta del Cine, su magistral precio de 2.90 por película y lo limitada de la cartelera acabé viendo esta cinta española que "a priori" daba bastante miedo visto la trayectoria de su directora.


Su responsable es Iciar Bollaín, antigua actriz y desde hace ya bastantes años directora de cine. De un cine, de ese llamado comprometido. Un tipo de historias que me pueden gustar más o menos pero que por lo menos sirven de escapada ante el aluvión de entretenimientos pasajeros, películas palomiteras y filmes donde no se necesita reflexionar nada, construidos con croma y ordenador y donde priman los efectos especiales.
Este "El olivo"
se plantea como una metáfora de la situación actual de España, donde hemos hipotecado nuestra alma en una gran mentira que mantuvieron los bancos y políticos locales. Una visión falsa de la situación donde también tiene buena parte de culpa los ciudadanos que nos creímos esa burbuja y empezamos a pedir lo que no pudimos pagar, aunque a día de hoy se intente negar la evidencia porque es más sencillo culpar a grandes corporaciones y empresas y quitar la responsabilidad propia. De ahí el éxito de nuevos partidos cuyo razón de ser es esa, eliminar cualquier vestigio de responsabilidad en la sociedad cargando todo el peso de la crisis en multinacionales y entes poderosos. Una tentación muy fuerte que millones de personas están comprando. y es que es más simple cargar las tintas contra otros, en vez de asumir la parte de culpa. Lo llevan haciendo unos y otros siglos, desprestigiando al adversario y culpando de los problemas propios a entes hipotéticos, desde los fascismos, comunismo en todas sus variantes hasta los populismos sudamericanos. Siempre tiene la culpa del empobrecimiento y de las crisis otros gobiernos o sistemas. Nunca el propio.
La tesis de Bollaín es narrar a camino del cuento y la "road movie", el valor de la unión de unos pocos que acaban convirtiéndose en muchos para luchar contra una multinacional energética, que en su maldad son antiecologistas y se dedican a destrozar el planeta en busca del rédito económico. Una eficaz narración que cuenta con el guion de Paul Laverty, guionista habitual en el "rey de los cineastas comprometidos", el británico Ken Loach. Bien argumentado pero no se puede evitar comprobar como todo gira a la tesis antes descrita. Y a pesar de que el individuo proponga un imposible, ayudado por otros se puede conseguir plantar cara a cualquier poder o corporación. la vieja idea, hoy tan de moda, de que uno no vale nada y lo que prima es el colectivo.
Aun así, y con todos sus defectos, Bollaín es una realizadora eficaz y con altibajos consigue que su historia se vea con agrado y el ritmo es interesante y bien desarrollado. Una puesta en escena correcta aunque irregular, tanto en la dirección como en el desarrollo del libreto y el plantel actoral donde destaca un estupendo Javier Gutiérrez, ya asentado desde "La isla mínima" y convertido junto con Antonio De La Torre en los dos actores de carácter en el cine español, aunque la fama acabe en Luis Tósar, con quien Bollaín trabajo en el hasta ahora su mayor éxito "Te doy mis ojos" y, en lo negativo, la sobreactuada protagonista Anna Castillo.



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