jueves, 21 de enero de 2016


CONSIDERACIONES SOBRE "MACBETH"

Entre las vacaciones de navidad y una visita a pueblos perdidos de la serranía de Cádiz llevaba un tiempo sin poder ir al cine y sin escribir nada, cosa que había que remediar en cuanto llegué a casa. Me llamaba la atención esta nueva versión del clásico "Macbeth". No podía dejarla pasar.


Y eso significaba dejar de lado los multicines a los que suelo ir habitualmente y presentarme en otros que hay en Cádiz, que si bien es verdad que se han quedado obsoletos, su programación suele ser de lo más sugerente y proyectar cintas muy raras de ver por estas latitudes meridionales. De hecho es la única sala en toda la provincia donde se podía visionar esta nueva adaptación.
He dejado claro en más de una ocasión, mi amor a la tragedia y a Shakespeare y, por lo tanto, Macbeth no podía ser menos. De sus adaptaciones anteriores he disfrutado mucho con las de Orson Welles y Roman Polanski, aunque la mejor, en mi opinión, es el "Trono de sangre" de Akira Kurosawa. Esta tiene sus cosas buenas y momentos de buen cine pero no está a la altura ni de la obra ni de las anteriores versiones. Su problema es claro; su puesta en escena es soporífera y consigue lo impensable y es que resulte aburrida en más de un pasaje, lo cual es imperdonable pues ni las antes citadas ni ninguna de las veces que la he visto en teatro, la última por Helena Pimenta con un escenario que recordaba una fábrica o un alto horno, han conseguido distanciarme. Su director Justin Kurzel prepara un bonito envoltorio, bien interpretado pero que no consigue que su poderoso texto ni sus impactantes imágenes casen. Me temo que los tres guionistas solo han trasladado las palabras de Skakespeare a la pantalla sin muchas más complicaciones, pero eso hay que convertirlo en metáfora por medio de la imagen, pues se corre el riesgo de acabar convertido en teatro filmado, lo cual sucede en más de un momento, a parte de eliminar algún párrafo importante, pues en la profecía de las brujas han eliminado la parte del final de su reinado cuando el bosque avance contra el castillo de Elsinore. Además han utilizado cuatro brujas, en vez de tres, recordando el cuadro de Baldung Grien sobre "Las tres edades de la mujer y la muerte", no sé por qué.
Demasiadas cosas se deja Kurzel "en el tintero", pues está claro que no intentá hacer teatro filmado, pues las batallas están bien ideadas y resultan muy bellas pero el uso de ciertos planteamientos de videoclip lastran, y mucho, el resultado. No emociona ver a Macbeth parado en medio del fragor de la batalla mirando a las brujas y soliloquios demasiado artificiales, aunque cuida mucho la escenografía y así la niebla y los rojos nos ofrecen la oscuridad requerida y un tono casi de película de terror, lo cual es acertado y siempre he imaginado la obra así, gran parte de culpa la tienen la interesante fotografía de Adam Arkapaw, el montaje de Chris Dickens y la triste partitura de Jed Kurzel. Su otro punto destacado son los actores, encabezando el soberbio Macbeth de esa debilidad mía llamada Michael Fassbender, mi actor favorito del momento y uno de los motivos principales de elegir ver este largometraje, que vuelve a ofrecer otro recital interpretativo, acompañado por una estupenda Marion Cotillard, una interesante lady Macbeth y unos secundarios de lujo, destacando el Banquo de Paddy Considine, el Duncan de David Thewlis y el Macduff de Sean Harris.
No es una mala película, tiene pasajes más que interesantes y una escenografía y dirección de actores acertadas pero claro, Skakespeare es mucho Skakespeare y esta obra siendo la más corta y sangrienta del dramaturgo inglés acaba convertida en un "tótem", algo inalcanzable a día de hoy para Justin Kurzel. Seguro que en "Assasin´s creed" lo hace mejor.

2 comentarios:

  1. Hombre, hacer de un Mcbeth una "no mala película" con esa historia es para dejar el cine y dedicarse a los videoclips de por vida.

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