lunes, 25 de enero de 2016


  CONSIDERACIONES SOBRE "LA JUVENTUD"

Venía precedida del innegable éxito de su filme anterior, la magistral "La gran belleza", una de las películas que más me han emocionado en los últimos años y auténtica lección de cine y de temas que me interesan, pues sus reflexiones sobre la estética y la búsqueda de un ideal que no existe llegaron a cotas de un nivel máximo desde el punto de vista cinematográfico.


Y si en "la gran belleza" rompía los moldes de lo comercial con personajes maduros, muy lejos de los jóvenes que suelen dar el dinero en la taquilla, en "La juventud" va un paso más allá, al elegir para sus protagonistas a señores jubilados, ancianos en los últimos momentos de su vida, aunque lejos de ser una cinta oscura y pesimista el largometraje rebosa ironía e incluso me atrevería a decir optimismo aunque también posea su trasfondo amargo y triste.
Con guion del propio Sorrentino, cuenta la historia de dos cultos amigos, un retirado director de orquesta y un director de cine que quiere realizar su testamento cinematográfico, en un balneario suizo, donde conviven con otros curiosos huéspedes: un joven actor amargado, una pareja que pasa de la indiferencia, al odio y al amor en poco tiempo, una Miss Universo con una curiosa inteligencia y un cuerpo escandaloso, un monje budista, un acabado ídolo futbolero con Marx (Karl, no Groucho, Chico o Harpo) tatuado en la espalda o la triste hija del veterano músico que no entiende por qué ha sido dejada por su marido. Todos ellos crean un crisol, un caleidoscopio de reacciones humanas narradas con el inconfundible toque de realismo mágico de Sorrentino, muy en la onda de Fellini que se une a la excepcional composición visual, tanto en los planos largos de los paseos por la montaña, las complicadas grúas y travelling y el sentido musical "marca de la casa" que incluso se permite el lujo de insertar un videoclip en medio de la narración. Una forma de entender el cine que tiene un inmenso número de detractores pero que en lo que concierne a mi persona adoro y consiguen transmitir la magia del séptimo arte, la ilusión hecha imagen.
Para ello cuenta con un elenco técnico prodigioso, con el editor Cristiano Travaioli que continua con la línea marcada por "La gran belleza" creando un ritmo exquisito y muy complicado, que une su talento al músico David Lang, del que algo se uso en la antológica banda sonora de "La gran belleza,  como era ese precioso "I lie" y la preciosa fotografía de Luca Bigazzi. Y sí son de primera todos los miembros del equipo, la labor artística no se queda a la zaga, con unos antológicos Michael Caine y Harvey Keitel, encabezando un reparto maravilloso donde todos cumplen, desde la madura Jane Fonda, a una deliciosa Rachel Weisz, un acertado Paul Dano, ese doble de Maradona llamado Roly Serrano y un descubrimiento llamado Madalina Ghenea forjada en el material en el que se construyen los sueños, como explicaban en el final de "El halcón maltés".
Sueños, irrealidades y metáforas de la vida, como el haber visto las dos últimas obras de Sorrentino, en el mismo cine de Sevilla, más de cien kilómetros de mi casa, por lo que el cine Avenida de la calle de Marqués de Paradas siempre me trae buenos recuerdos, también vi aquí otra estupenda película como "Ida". Y en un ser tan predispuesto siempre a la nostalgia y a refugiarme en el pasado como soy yo, estas cosas acaban marcando los recuerdos, parte esencial de mi vida. Supongo que ese componente nostálgico y ese pequeño poso de amargura y misantropía que destilan las creaciones de Sorrentino casan bien con mi forma de ver el mundo. Y es que apoyo su agridulce visión de la vida donde el cine estará siempre por encima de la televisión por muy buena serie que sea. Nunca un capítulo poseerá la magia de los 35 mms. y el poder hipnótico de una sala a oscuras y una pantalla que se enciende. Otro motivo más para recordar un fin de semana en la capital hispalense espectacular.


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