domingo, 30 de agosto de 2015


CONSIDERACIONES SOBRE "EL CERCO DE NUMANCIA"

Siempre es un placer disfrutar de una noche teatral en un lugar tan emblemático como es el Teatro Romano de Mérida, lugar que ya comenté hace dos temporadas, a raíz del estreno del Julio César de William Shakespeare. El año pasado no pude asistir a ninguna representación, así que ganas había.
Elegí "El cerco de Numancia" de Cervantes, aparte de por mi devoción por las tragedias clásicas, por ser una pieza que me encanta, calendario laboral, viajes varios y ser la que cerraba esta 61 edición del festival.
Obra magna que narra la determinación del pueblo numantino de no rendirse a los dictados de Roma, a costa de un asedio que duró bastante´s décadas y que finalizó con una victoria sin gloria por parte de Escipión, que solo encontró cadáveres y fuego, al cruzar las infranqueables murallas sorianas. Muchas virtudes en esta adaptación, aunque alguna sombra lastra el resultado final. Empecemos por lo bueno.
Magnífica puesta en escena, con un escenario con un círculo de cera y bolsas de sangre de las utilizadas en las transfusiones, delimitando el cerco, flanqueado por una ingente cantidad de lanzas luminosas y dos pantallas a modo de columnas. El dominio de su director escénico Paco Carrillo es asombroso, consiguiendo movimientos de los actores y una tensión dramática que mantiene a cualquier espectador "en vilo" y metido en la inmortal trama. Algunos momentos son sobrecogedores, como la arenga de Escipión a sus tropas, con una enorme cantidad de figurantes que aparecen por los vomitorios, situándose en las escaleras, alrededor del público. Un efecto muy conseguido al que ayuda la majestuosidad del recinto, auténtica joya de la antigua Hispania y que ante su impagable escenario natural solo queda rendirse.Como ante la idea de que los cercados no puedan salir del círculo atados por unas cuerdas rojas, sanguinolentas, adheridas a la pared.Si a esto sumamös una gran dirección de actores, con un elenco que emociona y defiende con solvencia sus personajes, todo lleva a situar la empresa en buen puerto.
Lástima el trasladar, sin éxito, la tragedia cervantina a los tiempo actuales, con un coro griego innecesario, que a pesar de comenzar sus discursos con un elocuente "-Ciudadanos-", indica qué y como pensar, culpando al capitalismo, al FMI, a la Alemania de Merkel, a los gobiernos del PP o a Felipe González, como analogía de la Roma que esclaviza, somete y hambrea a la población, aunque lo de matar por inanición es más de regímenes totalitarios como el nazi o sobre todo el comunista. Que se lo pregunten a los ucranianos en los años treinta y que tan bien recoge Vassili Grossman en "Todo fluye".
Qué manía tienen ciertos elementos de la cultura en "enmendar la plana" al autor y desde la privilegiada atalaya que les otorga su posición, emitir una serie de soflamas, que ellos, supongo, pensarán como incendiarias, pero que al ser todas del mismo arco ideológico, ni vencen ni convencen al sufrido observador, que como yo, asiste estupefacto a otro mitin delirante y vacío en su carga política. De hecho, era la crítica más generalizada por las diferentes caveas, además de la de mis acompañantes. Una pena. Y lo digo en serio porque pienso que Paco Carrillo es persona con talento. Eso sí, nadie me quitará un gran fin de semana visitando la Casa del Mitreo, los columbarios y su paseo de cipreses con frases de Séneca y Epicuro, el anfiteatro, la alcazaba, el circo, la cripta de Santa Eulalia, un divertido almuerzo en "la Taberna de Apicio", local del centro con comida basada en platos de la Antigua Roma y uno de los mejores solomillos de ternera que he comido, cortesía del restaurante de su recomendable Parador y ese templo donde espero volver el próximo año y que confío en volver a contarlo.

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