miércoles, 29 de abril de 2015


CONSIDERACIONES SOBRE "EL MAESTRO DEL AGUA"

Primer trabajo como director, del afamado actor Russell Crowe, uno de esos intérpretes considerados como fríos e inexpresivos por algunos, pero que a mi, siempre me ha parecido que tiene su hueco en el Hollywood actual, con su rudeza, no extinta de cierta calidad en sus actuaciones.
No en vano, se le suele encasillar en una serie papeles, que en más de una ocasión, suelen ser de época, más o menos reciente, y no lo digo solo por su Oscar por "Gladiator" sino por "Master and commander", "Los miserables" o ambientadas en periodos más recientes, pero pasado a fin de cuentas, "El dilema", "Cinderella man" o "Una mente maravillosa".
Todo este inicio, es un intento de justificar, no ya su calidad como actor, sino el por qué se ha planteado para su debut en la dirección, una película tan compleja y narrada con un ritmo tan clásico como "El maestro del agua". Empezar su periplo detrás de las cámaras con una historia ambientada en la Primera Guerra Mundial o "Guerra del 14", no es labor sencilla, aunque intenta evitar, en la medida de lo posible, las escenas bélicas, que generan una mayor dificultad, centrándose más en la parte sentimental, sobre un padre que intenta rescatar los cadáveres de sus hijos para conseguir enterrarlos, junto a su madre, suicidada por la presión de perder a sus tres vástagos. Algo así como mezclar el "Gallipoli" de Peter Weir con "Salvar al soldado Ryan" de Spielberg. No llega a las cotas ofrecidas por ambos films, pero no deja de ser una propuesta interesante en la cartelera. De hecho, en esta semana, de las más interesantes.
Para ello, se ha rodeado de un buen número de técnicos de bastante calidad. De lo mejorcito que hay en Australia, como el director de fotografía Andrew Lesnie, que, por ejemplo, lleva acompañando a Peter Jackson, en todos sus trabajos desde "El señor de los anillos" y que consigue una labor irreprochable, disfrutando tanto de los colores de la granja oceánica como de la majestuosidad de Turquia. Buena edición también de Matt Villa, cuya producción más representativa es "El gran Gastby" de Baz Luhrmann, montaje muy alejado del que ofrece "El maestro del agua", mucho más pendiente de la pausa y de la cámara menos móvil, que del constante movimiento, el "kitsch" y el frenesí continuo que en el autor de "Moulin Rouge", largometraje que detesto pero que conozco gente, a la que aprecio mucho, que le encanta y apasiona. Esto de utilizar a gente de modos de entender el cine de otra forma es lo que lastra algo el resultado final, como el músico David Hirschfelder, nominado al Oscar por las "indies" y modernas "Shine" o "Elizabeth" y que compone una banda sonora que me recuerda con ese piano destacando por encima de la orquesta, tanto su labor en la de Scott Hicks, que le dio el galardón a Geoffrey Rush, al Michael Nyman de "El piano" en los temas más intimistas y no se por qué, pero a "Gladiator" en la parte más épica. Puede ser porque esté Lisa Gerrard como música adicional o porque fuese interpretada por Crowe y allá buscado por ahí las influencias para su "score". de hecho, el gran problema que veo es el exceso de planos que el Crowe director reserva al Crowe actor y que limita las interpretaciones de una imposible Olga Kurilenko y un excelente Yilmaz Erdogan, un enorme descubrimiento.
Historia de esas que tanto gustan en Hollywood, y en el mundo, de padres que ofrecen sus vidas por proteger a sus hijos. Cosa mucho más frecuente en las madres pero que suele funcionar bien en la pantalla, tanto como el abandono por amor de la madre a sus retoños, como viene sucediendo desde que "Madame Bovary" de Flaubert o  "Anna Karenina" de Tolstoi, abriesen esa espita en la literatura, pero que en la vida real suele pasar más a menudo lo contrario donde la protección es de la madre y el abandono el del padre. Y eso puede suceder en la Francia del siglo XIX, la Rusia zarista, España o en la Australia desde nos llega esta producción. Buena "opera prima" la construida por Rusell Crowe, a pesar de sus defectos. Aprender de Peter Weir o Michael Mann, es una buena escuela para comenzar a dirigir.


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