sábado, 28 de febrero de 2015


CONSIDERACIONES SOBRE "LOS GOONIES"

Merced al treinta aniversario de su estreno, llega esta nueva oportunidad para visionar en pantalla grande un título que con los años se ha convertido en un clásico del cine juvenil y toda una delicia para el espectador que, como el que suscribe, ha dejado esa barrera de edad.
Un territorio que para los que comenzamos la cuarentena, dicho por el paso del tiempo y no por superar alguna enfermedad, se basa en una memoria amable y sentimientos nostálgicos donde priman las emociones por encima de la razón.

Y es que, en mi caso, hablar de "Los Goonies" es volver a un pasado que se recuerda con cariño, a tardes de calle, de patio de colegio, donde buena parte de nuestra educación sentimental se nutría del espíritu aventurero, donde las reglas eran las impuestas en ese pequeño reducto en que se convertían mis amigos y yo. Donde la doctrina de los mayores no existía y mucho menos el estado. Siempre he creído que Tom Sawyer y novelas de ese tipo, me enseñaron la rebeldía e incluso el anarquismo. Una pena que los niños de hoy en día no les suela interesar nada de lo que allí se contaba, por lo que si tuviese hijos en edad escolar, seguro que los llevaría a disfrutar de esta película.
No quiero entrar hoy en demasía en sus virtudes y defectos. En si el montaje de Michael Kahn es sobresaliente, la fotografía de Nick Mc Lean es acertada, el guion funciona a todos los niveles o Richard Donner ofrece el ritmo adecuado, cosa que por otro lado, ha demostrado con creces, en múltiples géneros como el terror en "La profecía", la acción trepidante en "Arma letal" y las heroicas aventuras de "Superman". Aquí lo que interesa es lo que ha forjado en toda una generación de "chavales", ahora mucho más mayores, y lo que disfrutamos con ese inseparable grupo de amigos que solventaban unos problemas enormes y gravísimos, tanto con los mafiosos como con el lugar donde residían, con ingenio, sentimiento de grupo, valentía, espíritu de superación y otras grandes virtudes, junto con el miedo a lo desconocido, a madurar afrontando la vida dependiendo de uno mismo, sin esperar más ayuda que la que pueden brindar sus compañeros. Valores que, no tengo claro, si con el inexorable paso de las décadas he perdido.
Y es que cada día me sorprende más, ver el grado de infantilismo al que estamos llegando en España, al igual que en otros lugares de occidente, donde un buenismo va tomando todas las esferas de nuestra vida y nos va idiotizando por momentos y parece que esperamos que otro nos ofrezca las soluciones a todo. Como cuando éramos pequeños y los progenitores nos ofrecían alguna dádiva sin pedir nada a cambio, parece que muchos de esos que con grandes aspavientos se denominan ciudadanos, esperan que el gobierno de turno o "papá estado" nos regale un bienestar que por el hecho de existir merecemos. La definición clásica de ciudadano diferencia el gobierno de los iguales frente al de los idénticos que sería el súbdito. lección que muchos no parecen creer, argumentando sus débiles postulados desde las emociones, el eslogan, la frase rápida, la consigna inmediata y la imagen distorsionada. La realidad es un proceso que requiere un análisis lo más frío y objetivo posible. La memoria, que es falsa por frágil y condicionada, queda para ver con una sonrisa en la cara y recordando nuestra niñez, monumentos al escapismo como "Los Goonies", producida por alguien que se mueve como "pez en el agua" en esa pantanosa tierra de las emociones como Steven Spielberg, aunque ojalá afrontásemos nuestras responsabilidadesde la misma forma que estos chiquillos, que son parte esencial de mi vida. De la mía y de la de mi pandilla. ¡Qué alegría me están dando los distribuidores con los últimos reestrenos que he visto! nada menos que este y "Cinema Paradiso"

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