jueves, 29 de enero de 2015


CONSIDERACIONES SOBRE "INTO THE WOODS"

Comentaba en su día, el ya lejano enero de 2013, a raíz del estreno de "Los miserables", mi amor por los musicales. Así que en la llegada de "Into the woods" a nuestras carteleras era razón más que suficiente para acercarme al multicine donde suelo ver la gran mayoría de las películas que comento aquí.
Razones no faltaban, además de las expuestas en el encabezamiento, "Into the woods" es un musical que no he visto jamás representado pero la autoría de Stephen Sondheim, un señor que tiene en su haber la letra de "West side story" o la partitura de uno de mis preferidos "Sweeney Tood", es un acicate poderoso y predispuesto a pasar un buen rato, llegué a la sala.

 Y desde el punto de vista formal es estupendo. canciones maravillosas, un argumento muy divertido y una gran realización de Rob Marshall, con una buena dirección de actores son puntos a su favor. En su debe, su productora. Vayamos a ello.
Disney ha dado grandes producciones, sobre todo dentro de la animación y no voy a ser yo quien dude de su importancia en la historia del cine, pero no creo que "Into the woods" sea un largometraje que se pueda catalogar dentro de su especialidad, con esa bisoñez y buenismo  que suele ser "la marca de la casa". Es verdad que el musical es un "refrito" de varios cuentos infantiles unidos por una sencilla trama y así aparece Caperucita Roja, Rapunzel, Cenicienta, James y las habichuelas mágicas, príncipes herederos y brujas malvadas pero con un toque oscuro y con cierta "mala leche". En esta adaptación, se suprime o se edulcora todo lo siniestro de la historia, desde el ataque de los pájaros a las hermanastras de Cenicienta hasta el sombrío bosque o ciertas infidelidades. Pero da igual, pues Rob Marshall, autor de otros musicales de éxito como "Chicago" o "Nine", da un gran tono, con una puesta en escena muy divertida, con excelentes movimientos de cámara y a pesar de que el guion de James Lapine, el autor original del libreto, sea algo deslavazado, mantiene un gran ritmo y un sentido del espectáculo digno de encomio. Lejos de lo que aportaba Tom Hooper, en "Los miserables", que se basaba en el plano/ contraplano. Y no lo se con seguridad pero me da la impresión de que con bastante menos presupuesto que en las aventuras de Jean Valjean.
Si la realización de Marshall es buena, no lo es menos la dirección de actores, con una pareja protagonista, sencillamente deliciosa, con un James Corden y Emily Blunt, sobre todo esta última, que mantienen el tono de la trama sin ningún problema. A ellos dos, les acompañan una pléyade de secundarios de auténtico lujo, encabezados por la ilustre Meryl Streep, con uno de esos papeles que domina a la perfección y que trasmite con suma facilidad, un Chris Pine, acertado y con una caracterización de príncipe "guaperas", no tan perfecto que resulta encantador. casi tanto como la Cenicienta de Anna Kendrick, a la que el futuro le va a deparar grandes sorpresas, a poco que tenga suerte con los films que elija y una Caperucita Roja, glotona y algo insoportable de Lilla Crawford, que es todo un acierto. Mención aparte merece el breve lobo malvado de Johnny Depp, personaje extraño y complejo, de esos malvados con gracia, en los que se está especializando.
En cuanto a los técnicos, vestuario de impresión de la siempre excelsa Colleen Atwood, fotografía sombría y adecuada del ganador del Oscar por "Memorias de una geisha" y habitual cinematógrafo de Rob Marshall; Dion Beebe y complicado montaje con el que "salva la papeleta" con gran pericia Wyatt Smith. Como se puede ver todo funciona, menos el tono.
Eso sí, algo de nostalgia me ha embargado al ver el largometraje, pues me he dado cuenta lo complicado que es poder asistir a un espectáculo en directo de estas características. Y no me engaño, se donde vivo y no lo cambiaría por nada, en este momento de mi vida, pero no tener la posibilidad de poder asistir a una representación de un musical cuando lo consideré oportuno es algo que no me termina de convencer. Aunque si lo pienso bien, tengo aviones a Londres y trenes a Madrid. Todo es ponerse.





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