martes, 10 de junio de 2014


CONSIDERACIONES SOBRE "EL VIENTO SE LEVANTA"

Tal vez no sea objetivo, pues soy un seguidor acérrimo del cine de Hayao Miyazaki, tal vez, el mejor realizador de animación de la historia, aunque el comentario pueda resultar excesivo, ya que se podían unir unos cuantos más a esta lista. El caso es que si se englobaría entre los más importantes y "El viento se levanta" es su testamento cinematográfico. Razón doble para no perdérsela.
Y en esta última joya, se atreve, nada menos, que a realizar un biopic libre, sobre Jiro Horikoshi, el creador del caza "Zero" japonés. Todo un canto a la ingeniería aeronáutica y uno de los temas menos entretenidos, "a priori", para crear dibujos animados. Pero Miyazaki es grande. Muy grande.

Y basado es sus obsesiones de siempre: la aviación, el dibujo detallista y una enorme carga humanista, consigue otra genialidad de más de dos horas que nos sumerge en un cine adulto, preciosista y con el que reflexionar y emocionarnos a partes iguales. Es algo tan impresionante, contemplar sus trabajos, que al poco de comenzar ya estaba imbuido de lo que ocurría en pantalla, sin dejar de admirar la calidad y el buen gusto de Miyazaki, al que acompaña el trabajado guión y la sentida banda sonora del gran Joe Hisaishi.
Y es que es muy sorprendente, pero uno de sus mayores defectos, acaba convirtiéndose en una gran virtud. El defecto es que la animación es limitada, lejos de la animación total de Disney, por ejemplo, por lo que no todos los personajes o paisajes se mueven a la vez pero es contrarrestado por un dibujo de una perfección que acongoja y ello le permite construir películas mucho más largas que con animación total sería imposible. Y no me imagino "La princesa Mononoke" o "El viaje de Chihiro" con un metraje mucho más reducido. A eso se le llama, hacer de la necesidad virtud, aunque viendo la precisión de cada pincelada, se nota que es un trabajo durísimo y de gran esfuerzo.

Ya desde el inicio, con el verso de Paul Valery, que da título a la cinta, vemos que no va a ser una historia infantil, como "Mi vecino Totoro" o la serie de "Sherlock Holmes", ni siquiera cine para toda la familia como "Nausicaa", "Ponyo en el acantilado" o "Porco Rosso", de la que parece una continuación, esta que nos ocupa y ni siquiera va a llegar a los límites de genialidad de "La princesa Mononoke" o, en mi modesta opinión, la mejor película de dibujos animados de la historia, "El viaje de Chihiro". No llega a donde llegó con estas últimas, pero es una delicia, con unos personajes fabulosos, desde el protagonista Jiro, los amigos secundarios, en especial, el Signor Caproni, personaje del mundo de los sueños, con los que alucinaremos con esas secuencias que mezclan realidad y fantasía, por otro lado, una de las marcas de la casa. Aunque, también es igual de importante, los escenarios, dibujados con un lujo de detalles, un colorido que impresiona y un buen gusto, al alcance de nadie y que solo Miyazaki sabe plasmar de esa manera, pues pintar es muy complicado pero crear un mundo propio de esta entidad, con la linea y el color es de un genio imperecedero, que se recordará a lo largo de la historia.
Pues todavía recuerdo la primera vez que oí hablar de Hayao Miyazaki. Fue en el año 1995 y un compañero de servicio militar, gran aficionado del "anime" japonés me recomendó "Mi vecino Totoro" y "Porco Rosso". Yo que era un joven de veintipocos años, cinéfilo extremo pero que apenas sabía nada del "manga" y el "anime", había visto "Akira" de Katsuhiro Otomo y poco más, me quedé impresionado, a pesar de su inocencia y candidez, de su forma de narrar con el trazo, aunque debo reconocer, que imagino que por la edad, me decanté por "mangas" casi pornográficos como "Urotsukidoji" y cosas por el estilo.
No fue hasta algunos años después, cuando acabé viendo en el extinto cine Palacio de la Música de Madrid, "La princesa Mononoke" y desde entonces retomé a Miyazaki, salí emocionado y todo eso se corroboró un tiempo después con "El viaje de Chihiro", todavía recuerdo mi cara de estupor y todo el viaje en metro sin decir nada y pensando en la maravilla que había visto, la emoción tras "El castillo ambulante", el cuento macabro de "Ponyo en el acantilado" y esta despedida tan sentida y bonita como "El viento se levanta". Tras tantas horas de placer, solo puedo decir: Gracias Señor Miyazaki por todas sus creaciones y su universo tan particular. Ójala su feliz retiro no sea permanente y algún día vuelva con alguna genialidad más.


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