martes, 20 de mayo de 2014


CONSIDERACIONES SOBRE "POMPEYA"

Superproducción hollywoodiense que pretende entretener mezclando historia de amor clásica con cine de catástrofes. El problema reside en que como tragedia no funciona y, personalmente, creo que se han pasado bastante con la reconstrucción de la erupción del Vesubio.
A su favor, como no podía ser de otra manera por su enorme presupuesto, unos decorados apabullantes y todo los efectos visuales son muy buenos, aunque uno empiece a estar un poco harto, de tanta imagen generada por ordenador y secuencias en croma. Lo acepto en joyas como "Gravity", ya que lo que cuenta es muy interesante pero aquí el guión de Janet Scott Bachler, Lee Batchler y Michael Robert Johnson es un desastre y un "refrito" de otras películas, donde nada tiene un mínimo de verosimilitud, los malos son villanos estúpidos que todo lo hacen por pura maldad y fastidiar al prójimo y sus pocos aciertos parecen copiados de otras historias.
Porque han creado un imposible gladiador celta con ganas de venganza contra el romano que masacró a su familia y pueblo, que acaba en Pompeya, seduce de manera imposible a la hija del jefe local, a la que quieren casar con el senador romano asesino, un poco antes de la erupción del Vesubio y en mitad de una lucha a muerte en la arena del Circo. Algo así, como un improbable híbrido entre "Gladiator", "Romeo y Julieta" y el cine religioso porque de tanto mentarlo los diferentes personajes, al final, más parece un castigo divino que otra cosa, algo así como lo visto en "Noé". Ni que decir tiene, que todo es inverosímil, nadie actúa con normalidad y uno puede esperar cualquier cosa, por imposible que parezca. Así pasamos la primera hora, ante el estupor de lo que nos muestran en pantalla.
Lo que parece claro, es que Paul W.S. Anderson, se guarda todo para la última parte y salvo una lluvia de ranas, podemos ver casi de todo, pues las bombas volcánicas parecen misiles teledirigidos o meteoritos con una precisión exacta para según quien, unos terremotos de diferente magnitud según convenga y un tsunami absoluto que "deja en pañales" a otros vistos en una pantalla de cine. Mientras tanto, los protagonistas se dedican a hacer cosas muy extrañas y sin sentido.
Pues esa es otra, la dirección de actores es nefasta y creo que es el peor papel donde he visto a Kiefer Sutherland, aparte de unos imposibles Jared Harris y Carrie Ann Moss. Solo cumple el Sr. Eko de "Perdidos", con el impronunciable nombre de Adewale Akinnuoye- Agbaje, pues el otro televisivo, John Nieve de "Juego de Tronos"; Kit Harrington, no tiene ninguna expresividad y sus músculos generados por ordenador no consiguen mitigar su falta de registros interpretativos. Tres cuartas partes de lo mismo, sucede con la gélida e inexpresiva Emily Browning, incapaz de transmitir ningún sentimiento. o por lo menos a mi.
En este desastre fílmico los técnicos hacen lo que pueden y no se puede culpar ni al montaje tipo videoclip de Michele Conroy, aunque demasiado televisivo, ni la fotografía del semidesconocido Glen Mac Pherson, demasiado influida por los efectos visuales o la "machacona" y con exceso de percusión, banda sonora del no demasiado conocido Clinton Shorter.
Está claro, que no es mi película ni mi estilo de cine. La próxima vez tendré que tenerlo en cuenta pues viendo lo bien que está funcionando en taquilla, imagino que el problema es mío, pero amo demasiado el mundo clásico para ver sin irritarme como en una pelea de gladiadores, entran legiones romanas como parte del espectáculo para ser convenientemente masacrados por unos personajes que estoy deseando su pronta muerte casi desde el inicio. No suelo ser tan duro, como bien sabe el lector de esta bitácora, pero "Pompeya" ha podido conmigo. Milagro, que tampoco presté demasiado atención ante lo que sucedía, imbuido en otros pensamientos.

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