lunes, 26 de mayo de 2014


CONSIDERACIONES SOBRE "EL MIRLO"

El lugar que he elegido hoy, es uno de los más encantadores, dentro de los restaurantes, de todo el litoral gaditano. Por varios motivos, pero los dos principales son su excelente materia prima y su ubicación privilegiada. Uno de los mejores lugares para comer pescado en los que haya estado.
Se encuentra en la Duna de Punta Paloma, en un lugar de muy difícil acceso, donde hace años, incluso, tenías que superar un control militar. Pero con ese inconveniente y tras superar la angosta carretera sin asfaltar y comprobar "in situ" como la arena de la duna, va avanzando entre la vegetación, un espectáculo impresionante, llegamos al aparcamiento del lugar, donde nos cobrarán una tarifa de cinco euros, que luego será descontada de la factura. ¿Por qué hacen eso? La solución se encuentra en la playa de Punta Paloma, una de las pocas playas vírgenes que quedan por la zona y a la que se accede entrando en el restaurante.
Pues superado el primer inconveniente y tras reservar, pues en verano, sobre todo, puedes tener la desagradable sorpresa de encontrar lleno de comensales el sitio y no tener mesa o esperar mucho, accedes a "El Mirlo", un antiguo puesto de pescado a la brasa, muy sencillo con su chamizo, convertido en la actualidad en uno de los mejores lugares para degustar los diferentes peces de la costa de Cádiz.
Porque aquí el pescado no es fresco, es lo siguiente. Todo se debe al dueño, pescador de atún en las almadrabas, que debe tener unos contactos de mucha importancia, pues todo el producto que ofrecen es de una calidad que apabulla y en las varias ocasiones en que he visitado "El Mirlo" siempre he salido muy satisfecho por lo que debo recomendarlo a todos los amantes de la buena mesa y de los productos del mar. Nadie saldrá decepcionado.
Aquí he degustado unas navajas deliciosas, los mejores boquerones fritos que he comido jamás, y he probado muchos y muy buenos, maravillosas sardinas o unas almejas exquisitas, siempre acompañados de un vaso de gazpacho, la sopa del verano como entrante y dejando poso al plato principal, siempre consistente en pescado a la plancha o a la brasa. Se que tienen carne pero me ha parecido un dislate pedirla. La especialidad es el borriquete, que ronda entre los quinientos y los novecientos gramos, por lo que dos personas pueden compartirlo. Éste pez costero, blanco y de roca es de un sabor poderoso y muy tierno. Lo preparan como nadie y es toda una experiencia comerlo, separando sus espinas para "llevarse a la boca" una carne tan blanca, como plena y rotunda. Siempre lo he acompañado con el "Tierra Blanca", vino blanco de Arcos de la Frontera, suave, seco y un "pelín" ácido que marida sin problemas. lo típico y tópico en una bastante corta carta de vinos. El borriquete me ha dado grandes momentos, pero guardo atesorado en mi memoria, la excepcional y poderosa urta de cinco kilos que son zampamos cinco comensales. Su tamaño impresionaba pero su sabor nos llevó a alcanzar estados gastronómicos a los que se llega en muy contadas ocasiones.
La urta, para el que no lo sepa, es un pariente del pargo, con unas franjas rojas, y junto con su "primo" son dos de los manjares de esta zona de España. Pescado azul, de roca y cocinado a la plancha, con sal. Absolutamente nada más. Una delicia.
Esta claro, que Tarifa, ofrece más que grandes lugares para surfear y codearse con hippies de diseño. Ya hablé, en su momento, de otro gran sitio como es "La Pescadería" y, como es obvio, recomiendo la visita por estas tierras dominadas por los vientos.

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