jueves, 6 de marzo de 2014


CONSIDERACIONES SOBRE "LA VOZ HUMANA"

El interesante texto que escribió Jean Cocteau en los años veinte, sigue teniendo una vigencia absoluta cuando han pasado más de ochenta años y sigue siendo uno de los grandes soliloquios del teatro que se disfruta con agrado, en este interesante montaje.
Y es bastante curioso que las dos últimas entradas dedicadas a los montajes teatrales, hayan sido monólogos, pues la anterior que se comentó fue la referida a "Cinco horas con Mario". Supongo que no es casualidad y de esta forma se abaratan los costes en el coqueto Teatro Muñoz Seca de El Puerto de Santa María. Mientras que sea así, bienvenido sea.

"La voz humana" es una larga conversación por teléfono entre una mujer desesperada y su invisible pareja. Allí comprobamos como la desesperación va alimentando el alma del personaje y la evolución y distintas fases de esa desventura amorosa como son el parecer por encima de la situación, el intento patético por encauzar la relación, el intentar volver, la resignación y la aceptación de la situación. Todo esto en una hora escasa en la que es fundamental la labor actoral.
Y aquí su director; Antonio Campos, utiliza una fórmula original y con la que consigue un resultado espléndido. Cambia el papel femenino por otro masculino y mantiene la situación heterosexual de la conversación, por lo que el cambio de roles me parece muy interesante y la elección del actor capaz de encarnar a este "cobarde valiente" es otro acierto excepcional, pues el grandísimo Antonio Dechent es quien da vida sobre las tablas al ínclito y penoso protagonista.
No necesita mucha escenografía para dotar de vida a este nuevo montaje de "La voz humana". Una cama parcialmente desecha, una ventana hacia ningún sitio, un perchero, una mesa iluminada de forma muy tenue y unos libros en el suelo donde poder sentarse. Pero erigiéndose por encima de todo está Antonio Dechent, con sus silencios eternos que transmiten casi tanto como sus palabras, con esa sabia manera de moverse en el escenario que llena las tablas de cualquier sala o pantalla. Para mi, sin dudarlo, es uno de los mejores actores mayores de cuarenta años que tenemos en España. Lástima que lo que se busque en el cine español sean rostros jóvenes, atractivos pero, en demasiados casos, inexpresivos y con muy pocos recursos interpretativos. Así son los tiempos en los que nos ha tocado vivir.
Eso si, Cocteau me ha hecho revivir rupturas en primera persona y me sorprende ver que en el fondo tampoco ha cambiado tanto la situación, pues nos comportamos con ese patetismo y anormalidad, sobre todo en la persona dejada, en vez de intentar asumir y asimilar los errores que han llevado a ese final. No puedo ponerme de ejemplo de nada, pues también he hecho el ridículo en alguna ocasión ya pasada pero me sorprende ver como en mi alrededor gente que se comporta como protagonista de una "tragedia griega" ante un abandono o desventura amorosa, en muy poco tiempo, pasa de ese abatimiento absoluto a un cambio de pareja donde vuelve el acaramelamiento extremo y el amor más sublimado. De verdad, que no lo entiendo. He amado pocas veces y a pocas personas pero suelo quedarme vacío y tardo bastante en recuperarme. Imagino que el vivir solo ayuda a superar estos malos tragos, pero no se si por necesidad de sexo, rechazo a la soledad o, incluso, trivialización del amor, muchos de mis semejantes hacen acciones que se me escapan, que no entiendo y que no dejan de sorprendernos. A lo mejor utilizan el sistema económico capitalista y se basan en unas leyes de mercado y en la oferta y la demanda.
Creo que seguiré no mezclando a Hayek con los sentimientos amorosos, por lo menos en los míos. Otra cosa es el sexo, donde en mayor o menor medida, se siguen los parámetros de la economía de mercado y del liberalismo, aunque la persona sea de ideología vecina al marxismo. Algún día explicaré por qué. Hoy no me apetece.

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