martes, 24 de diciembre de 2013


CONSIDERACIONES SOBRE "LA LLAMADA"

No suelo ir al teatro a ver las obras más recientes, soy más de clásicos atemporales, pero no se si por la compañía o por las ganas de volver a sentarme en las vetustas butacas del Lara, acabé viendo éste híbrido entre musical y comedia.


Y digo híbrido entre musical y comedia, pues para mi desgracia no llega a una cosa ni a la otra. Y esto es lo peor que puede suceder en una representación humorística; que no te rías. Lo cual me sucedió. Así que en mi modesta opinión, "La llamada" naufraga con estrépito entre la cartelera madrileña.
A su favor cabe decir que si posee cierto ritmo y su más de hora y media no se eterniza, en buena medida por las canciones de Whitney Houston en la voz de Richard Collins Moore, pues las originales son bastante mediocres, siendo bastante generoso y consiguen un éxito arrollador viendo la reacción de casi la totalidad del respetable, por lo que el equivocado sea yo con probabilidad.
Pero no conseguí "engancharme" en casi ningún momento. El texto de Javier Ambrossi y Javier Calvo, a los que no conozco, me pareció una enorme concatenación de tópicos de comedía destinada al público joven pero con situaciones y gags muy poco elaborados y mucho humor grueso, de "brocha gorda". Ahora según escribo esta entrada, compruebo que la edad de los autores es casi post adolescente y entiendo más, pues esta historia situada en un campamento de monjas donde una residente ve a Dios cantando por Whitney Houston no deja de ser un "divertimento" muy ligero sin demasiados alicientes.
Una escenografía mínima con una litera y una enorme cruz cristiana iluminada con neón, que recuerda al del musical "Jesucristo Superstar" en el escenario, junto a una banda de cuatro músicos (teclado, batería, bajo y un guitarra ataviado con una Fender) y una puesta en escena que juega con buena parte de las instalaciones del Teatro Lara que intentan crear ritmo con mucho movimiento y diálogos rápidos y carentes de la más mínima profundidad. Aún así, encantó al numeroso público, pues la sala estaba llena y del que me alegró comprobar una media de edad bastante inferior a lo que suele ser una representación teatral, plagada de provectos caballeros y señoras en años de la edad tardía.
Los actores me parecieron muy sobreactuados, comenzando por la ganadora del Goya a la mejor actriz revelación por "Blancanieves"; Macarena García, la ex veneno Graca Olayo y Anna Castillo y Belén Cuesta aunque sus interpretaciones tampoco molestan y derivan, como el resto de la obra, entre el "topicazo" y la trasgresión "marca blanca". Por cierto; una "cosa" muy de los autores españoles que confunden las "churras con las merinas" y sus ganas de provocar con un humor demasiado cándido, pueril y "buenrollista".
Lo que si me ha hecho pensar buena parte de la semana fue una recomendación por parte de mi acompañante sobre -quien no arriesga, no vive-. Y es que me he declarado desde hace un buen tiempo como un eudemonista, aquel que busca la comodidad y los riesgos cada día son menos en mi vida, por lo que quizás esté completamente equivocado y mi planteamiento vital sea la ruina por lo que no he conseguido casi nada de lo que me he propuesto. Durante muchos años fui una especie de "Demonio de Tasmania" con muy poca moral, excesivo y arriesgado que se transformó en alguien simpático y agradable, creo, pero más frío, racional, cobarde y conservador. ¿A dónde conduce esto?. Como diría mi querido Fernando Pessoa en Tabaqueria: -¿Qué sé yo del que seré, yo que no sé lo que soy?

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