martes, 5 de marzo de 2013



CONSIDERACIONES SOBRE "EL ATLAS DE LAS NUBES"

Había visto el trailer en el cine y me había parecido muy interesante la nueva propuesta de los creadores del genial "Matrix"; los hermanos Wachowski. En esta ocasión acompañados en la dirección por el prestigioso director alemán Tom Twyker, autor de dos películas que me gustaron mucho en su momento como "Corre Lola, Corre" y "El Perfume", por lo que visto el desigual resultado final, la decepción es mayúscula.

Eso sí, me ha hecho pensar en cierto paralelismo con otro filme con el que en principio no encontraríamos ninguna semejanza. Se trata de "The Master" de Paul Thomas Anderson.




"El Atlas de las Nubes" es una muy extraña película, que tiene todos los números para convertirse en uno de los más sonados fracasos en la historia del cine. A favor, tengo que decir que a pesar de sus casi tres horas no me he aburrido, algunos pasajes son estupendos y la banda sonora es muy buena. En su contra, al enlazar  las seis historias mediante un montaje paralelo con continuos saltos en el tiempo, la película queda pretenciosa en exceso con un poco de budismo de "andar por casa" y un toque de filosofía new age. Si a esto sumamos el horrible maquillaje de algunas caracterizaciones, impropio de una superproducción y el salir del cine con la extraña sensación de que no queda claro que te han querido narrar, uno llega a la triste conclusión que es una idea interesante mal planteada o desarrollada.
¿Y por qué me ha recordado a "The Master"?. La respuesta es sencilla y ya lo comentaba ayer al hablar en la entrada dedicada a la última creación de Paul Thomas Anderson. "El Atlas de las Nubes" mezcla sin ruborizarse, una curiosa mezcla de ciencia y religión, muy en la órbita de la corriente new age. Aquí se habla de la libertad, de la rebeldía ante el poderoso que nos oprime y de similares temas que tan bien trataban en la primera parte de "Matrix", pero si bien en las aventuras de Neo, Trinity y Morfeo todo cuadraba, unía la cibernética con Platón, como bien señalaba José Sánchez Tortosa en su imprescindible "El profesor en la trinchera", una de las obras más valientes que se han escrito sobre educación, aquí todo parece impostado, falso o artificioso, bien se puede deber a la novela de David Mitchell que no he leído.
Es curioso, el auge de estas pseudoreligiones o pseudociencias basadas en el espíritu y de corte oriental como el reiki, la cienciología y otras creencias similares. Y es que mantengo que es mucho más sencillo creer en la sanación por imposición de manos al canalizar energías vitales universales o sanar en la mente reactiva cualquier vestigio de enfermedad. Todo muy bonito y muy fácil. Simple, solo hay que seguir al gurú de turno y de forma obvia dejar parte de tu dinero en la sanación.
A fin de cuentas, es uno de los problemas del estado del bienestar y la relajación de nuestra moralidad. Nos hemos acostumbrado a que el estado nos lo de todo con el menor esfuerzo posible, llegando a una desilusión y aburrimiento que relaja nuestra percepción, por lo que es más asequible buscar un guía o protestar en las calles pidiendo la abolición del estado con más estado, que afrontar la realidad por uno mismo, aunque eso exija más esfuerzo. Escuché en una ocasión decir por ahí que la diferencia entre hacer las cosas bien y hacerlas mal, es solo cuestión de tiempo. Hacerlas bien requiere un poco más. Una pena que no nos apliquemos el cuento.





No hay comentarios:

Publicar un comentario